cehyso. CENTRO DE ESTUDIOS HISTORICOS Y SOCIALES OCTUBRE

El CEHYSO es una entidad independiente que a fines de los '80 se creó en Bs As para conformar un espacio descolonizador en relación al debate de los 500 años del "descubrimiento" de América, con seminarios, conferencias, ediciones, proyectos legislativos, etc. Estudiamos e investigamos los procesos sociales, el arte precolombino y las culturas populares e indígenas de América. Poner al alcance de todos los interesados documentos, testimonios y producciones culturales, de eso se trata.

lunes, 21 de enero de 2013

[9] 1993. DOCUMENTOS

1993

El titular del Centro de Cultura Quechua-Aymara Walter Colque, Mario Muñoz Mayorga y Hugo Roberto Mérola, de HUAICO-CEHYSO en las palabras de presentación.

Recital de poesía de Alicia Bird, al fondo junto a los organizadores.

EN JUJUY EL CEHYSO COMIENZA A TRABAJAR JUNTO AL CEIC, INGRESANDO A LA PRODUCCION EN BASE A LOS INVESTIGADORES DEL CONICET Y DE LA UNJu.

CEIC[1]

Centro de Estudios Indígenas y Coloniales

El CEIC es una unidad de investigación aprobada por el Consejo Académico de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Jujuy el 12 de octubre de 1993. Su objetivo central es defender las identidades culturales de las poblaciones aborigenes y de todos aquellos sectores populares urbanos y rurales amenazados por los fenómenos contemporáneos de globalización y exclusión social. Para ello, promueve estudios e investigaciones científicas de carácter multicultural en un plano de respeto mutuo, igualdad de oportunidades, pluralismo ideológico y adhesión a los principios humanistas. Sus objetivos particulares son investigar y difundir el patrimonio cultural de la provincia de Jujuy y de la República de Bolivia. Con ese fin, sus principales actividades son la investigación científica, la promoción de la cooperación internacional, el perfeccionamiento de estudiantes, docentes y graduados, la capacitación de poblaciones locales en la defensa y administración del patrimonio cultural, programas de becas y pasantías, asesoramiento a archivos y bibliotecas, asistencia técnica en proyectos de restauración, ecoturismo y turismo cultural, centro de documentación, editorial y servicios de difusión pública.

Ofrece una biblioteca pública de más de 6.000 títulos en historia, arqueología, antropología, mitología, etnolingüística, etnomedicina, religión, cuestiones indígenas y muchos otros temas. Sus fondos incluyes revistas científicas nacionales y extranjeras, asociándose con una cuota anual. También, pueden adquirirse libros editados por el propio Centro y otros entregados en consignación por instituciones afines, catálogos de su Centro de Documentación e Instrumentos de transposición didáctica para la EGB y Polimodal.

[1]. En una ciudad chica de una provincia fronteriza, como San Salvador de Jujuy, quiénes comparten objetivos afines inevitablemente tienen que juntarse, discutir y realizar en común o bien, estar en posiciones personales o enfrentadas. Desde que Daniel Santamaría llega a Jujuy como profesor de la UNJu en 1992, participó en paneles, charlas organizadas por HUAICO y el CEHYSO -cuando aún había condiciones para realizarlas-. Luego funda y dirige el CEIC y las colaboraciones se suman naturalmente, ya con una institución académica y de investigación científica. Desde hace pocos años y ante la imposibilidad de editar HUAICO, decidimos colaborar concretamente con el diseño y fabricación de materiales didácticos para uso escolar sobre el período indígena y colonial de Jujuy y el NOA como parte de la obra de Enrique N. Cruz que titula esa obra. La edición de HUAICO IDENTIDAD Y REFLEXION es posible solamente por el CEIC, en un paso más al trabajo en conjunto con la Revista HUAICO, y que próximamente, se reflejará en una serie de Cuadernos Bibliográficos del CEIC-CEHYSO, aumentado al caudal de biblioteca pública que está en funcionamiento. Siempre sumar colectivamente -a pesar de las diferencias, si las hubiese, y mejor si ocurren para la discusión, el crecimiento, la reflexión...- es un aporte positivo para el estudio y búsqueda de las herramientas que conlleven soluciones a los fenómenos sociales. El CEIC, bajo la dirección de Enrique N. Cruz continúa con la misma propuesta, y nosotros también, como colaboradores.

(De HUAICO. Identidad y Reflexión, pag. 374)

Nota aclaratoria: la colaboración personal e institucional como CEHYSO finaliza en 2008.

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Félix Cantero, falleció el 14 de enero 2010

"...Militó donde quiso, escribió lo que pensó, fue amigo de quien anheló, formó una familia armónica y querible, que lo enorgullecía (...) Marxista convencido, militante por los derechos humanos cuando el asunto era todo un problema, Felix se zambulló en los medios alternativos comprendiendo claramente su trascendencia estratégica. Y remando en consecuencia..." (Blog) y agregamos, se integró al CEHYSO, impulsó el MAPEIAL y fue un permanente colaborador de HUAICO y siempre en cada viaje en cada encuentro, estaba presente. Militancia. Si seguimos, él es parte de eso.

GUILLERMO EMILIO MAGRASSI 1936-1989

"NUESTROS ANTEPASADOS HISTORICOS ESTAN EN ESTA TIERRA". Por CARLOS BENEDETTO (Reportaje) -Rodolfo Kusch hacía la comparación de las dos culturas que corrían -o corren- paralelas en América, y hablaba de las culturas "milenarias" indígenas. Contraponía el carácter milenario de esas culturas indígenas a las culturas urbanas, donde, decía, se cambia de moda cultural y de forma de pensamiento cada diez años. Me pregunto si la Guerra de Malvinas, que nos conectó con la realidad tangible de la muerte, no ha desencadenado, también una "búsqueda de lo imperecedero", que estaría dado en la milenaridad de lo indígena. De esa manera, el "indigenismo" aparecería como continuación de una búsqueda de formas de sabiduría orientales. -Yo diría que quizás en el deseo de algunos esté pasando algo de eso. En la profundización todavía no está pasando. Tengo que decirlo con dolor: Rodolfo Kusch sigue sin discípulos, en el sentido de aquellos que puedan profundizar en su misma línea de trabajo. Los seguidores de Kusch son sus difusores, pero no gente que ha ido a profundizar, yendo a las raíces. A cinco años de su muerte aún no hay quiénes hayan hecho aportes valiosos en su misma línea. Sí los hay desde la vertiente occidental dentro de nosotros mismos. Como es el caso de Luis Jalfen. Pero sin un intento de amalgama todavía, sino con el propósito de crítica o autocrítica del pensamiento occidental. No se da aún el intento de incorporar las formas del pensar, del sentir, del conocer indígenas; creo que todavía falta un poco para eso. -Lo que hizo Kusch fue revertir esa relación entre sujeto-cognoscente y objeto-cognoscible. La Antropología creada por Occidente ve al "hombre primitivo" como cosa a estudiar por el antropólogo, que es el único sujeto en esa relación de estudio. Kusch hizo algo muy difícil: ponerse en el lugar del objeto y rescatarlo, no como objeto, sino como sujeto de conocimiento. Un conocimiento distinto que hizo propio. Dió vuelta todo un esquema. Eso no es muy fácil para la mayoría de la gente de formación académica. -En realidad, hoy día eso es toda una corriente universal, que es la corriente "émica", que es la que estudia las culturas diferentes desde las categorías de la cultura estudiada, no desde las categorías del observador, sea antropólogo, filósofo, sicólogo, sociólogo, lingüista. Eso, en la Argentina, recién empieza. Recién este año se comienzan a dar los primeros cursos. "Emico" se diferencia de "ético", que supone una investigación desde los valores del propio investigador. Por eso, en ese sentido, nuestro Rodolfo Kusch habría sido un precursor de una corriente universal. Y retomando algo que anotabas antes, tenemos que decir que se ha dado una búsqueda en los planos del pensar orientales, lo cual ha dado bastante y todavía tiene mucho que dar. Por no haber habido búsqueda, más que atisbos sin resultados suficientes, desde la perspectiva americana. EL ESPIRITU DE LA TIERRA. -Se suele escuchar de tus labios frases tales como "todos somos indios". Tu apellido es italiano. Explicame un poco eso que parece ir contra toda lógica y contra todo determinismo biológico. -"Indios" es el nombre que se nos asignó en el proceso de ocupación de nuestro territorio. Fuimos "las Indias" para España y Portugal, y "las Indias Occidentales" para los anglosajones y los franceses. Con eso nos distinguían de las Indias Orientales. Para muchos pueblos de Europa seguimos siendo "los de las Indias". Ese calificativo se aplicaba antes, no sólo al indígena nativo, sino también al criollo. Cuando un criollo -o un europeo que había vivido muchos años en América- iba a Europa, lo llamaban "indiano". Era blanco, pero indiano. A veces lo llamaban "peruno". En el siglo XIX, en París, se llamó "indianos" a los hijos de millonarios americanos que iban allá. No me olvido de los partidos de fútbol internacionales durante los cuales se producían problemas y líos en las canchas...los diarios europeos hablaban de "los indios argentinos", o uruguayos, o brasileños. Al mapuche le hemos dicho nosotros que es un indio. Al mataco también. Al toba también. Ellos no se siente indios; se sienten mapuches, matacos, tobas. Pero lo que los une, y lo que los une conmigo y con todos nosotros es la palabra "indio". Y la palabra "sudamericano". Todos somos indios en la medida que no tengamos una identificación específica, sino genérica, y que sumamos esa identificación genérica como mesticidad. Porque hay algunas -pocas- comunidades indígenas que quieren seguir manteniéndose en su individualidad absoluta, que no quieren ser ni argentinos ni brasileños ni paraguayos. Pero son pocos. Todos los demás, no sólo adoptaron una ciudadanía -o les fue impuesta- sino que además culturalmente son mestizos; todos han incorporado elementos de culturas occidentales. Así como nosotros decimos "europeos" y "occidentales" en sentido genérico, nosotros también podemos decirnos "indios" en un sentido también genérico. Por más indigenista que sea, nunca podré ser un mapuche o un comlek, pero todos somos indios. Una vez le dije a un comlek "ustedes también son mapuches, porque “mapuche” quiere decir “gente de la tierra”. Los nombres, en los pueblos, se dan como autoasignación, o son dados por otros. Vos decías que soy descendiente de italianos; sí... soy descendiente de "tanos", que también es una palabra genérica, ya que originalmente se usó sólo para los napolitanos. Pero, como decía Manuel Castilla, "tengo 48 años de hombre y milenios de americano". Es cuestión de darse cuenta que, cualesquiera sean nuestras raíces genealógicas, genéticas, no podemos tener las raíces fuera de la maceta, que es la tierra donde vivimos. La única posibilidad de constituir un pueblo, un país, una nación, es que asumamos nuestros antepasados no individuales. Nuestros antepasados históricos están en esta tierra. Nuestros indígenas de hace miles de años son nuestras raíces y nuestra savia permanente. Sobre esas raíces -los que fueron y estuvieron antes- se injertaron pueblos de otros lugares. -Me hace acordar, la idea, al "espíritu de la Tierra" como lo intentara describir Scalabrini Ortiz en "El hombre que está sólo y espera"; llegan nuevos aportes, pero hay "algo" permanente, a lo que nos incorporamos... pasamos a formar parte de él... -No hay que olvidarse que el que se va de su tierra se va siempre expulsado; por razones políticas, económicas, o religiosas. O se va porque se siente expulsado. "Donde está la libertad está la Patria" dice un aforismo latino. La Patria se da donde la libertad sea posible. Por eso coincido con Leopoldo Marechal, cuando dice que nos engañaron cuando nos dijeron que la Patria es una madre ubérrima. Eso no es cierto. El decía que "la Patria es una hija", y yo agregaría que es una hija desnutrida. Por eso, para nutrir a esa hija, tenemos que conocernos a nosotros mismos en este rompecabezas que somos y del que hemos perdido el plano, la guía, el modelo para armarlo... o hemos usado medios externos. -La Argentina... "crisol de razas". Pero un crisol al que se olvidaron de encenderle el fuego para que haya fundición de los elementos dispares... -Algo así... pero ya estamos creando modelos propios. Quizás no nos demos cuenta, o no se difundan lo suficiente, pero ya empieza a haber en nosotros, en todos los ámbitos, la apetencia por ir confeccionando modelos a partir de nuestra propia identidad concreta, como para ir armando eso que somos. Por eso insisto en eso de que los investigadores, los medios de difusión y los sistemas educativos tienen una responsabilidad enorme, que es la de darnos a conocer los unos a los otros en estas islas separadas que todavía somos. EN BUSCA DE UNA IDENTIDAD. -Cuando hablas de "mesticidad", seguramente vas más allá de lo físico, de lo biológico. -Me refiero a un hecho cultural... -Quizás pequé entonces de europeísmo al pretender definir algo tan indefinible como es la cultura, pero quisiera definir de alguna manera esa mesticidad cultural. Lo europeo-occidental se define en términos de racionalismo, positivismo, cientificismo, de avance en lo tecnológico... -Y por su antropocentrismo, que es lo fundamental... -De acuerdo. Por otra parte, definiríamos al hombre americano antiguo, como en general a los hombres del resto del Tercer Mundo como aquel (o aquello) que está inmerso en la naturaleza y que no ha perdido el sentido de lo religante... -El americano antiguo es una persona inserta, hermanada con la naturaleza. Además, conceptos que nosotros separamos, como "Persona", "Naturaleza", "Comunidad", "Dios", y que no pueden separarse, ellos no los separaban. Esos conceptos formaban una unidad cósmica. -Entonces, ¿cómo puede llegar a darse el mestizaje entre una concepción del mundo como la europea en la que, para dar un ejemplo, se habla de propiedad de la tierra (sea privada, estatal o colectiva, da lo mismo) y una visión del mundo en la que el hombre (individual o colectivo) no se siente dueño, sino hijo de la tierra? ¿Cuál sería la tercera posibilidad, lo mestizo? -Ante todo, hay que aclarar que tenemos que hablar de "tercera posibilidad" con reservas, para que no se confunda con algunos "tercerismos" que están algo desgastados. La variante, la alternativa nuestra es asumir nuestra multietnicidad, nuestra pluralidad. Tenemos que reconocer las distintas posibilidades de las que somos herencia. Que exista entre nosotros la posibilidad de la propiedad privada, la posibilidad de la propiedad colectiva, la posibilidad de la propiedad social o comunitaria, la posibilidad del usufructo o de la convivencia con la tierra (...). "Mesticidad" está dicho en el sentido de que esas cosas puedan ir produciéndose con respeto. Así se puede ir dando, no la mezcla, sino la combinación química, que vaya produciendo un mundo nuevo, que quizás haya sido mitológicamente deseado... incluso por Europa. Ese algo que debimos haber sido como América todavía no ha sido dado al mundo. Todavía no hemos dado al mundo lo que el mundo esperaba de nosotros. Eso no lo podemos definir, no sabemos cómo va a ser. Sí sabemos que tenemos que trabajar para ello. Y lo estamos haciendo, como lo hizo Kusch y otra gente. Estamos trabajando para que surja algo nuevo, producto de las vertientes culturales que sólo se dan en América y específicamente en América del Sur, desde México hasta aquí. Eso no se da en Africa ni en Asia. En ningún lugar del mundo se da la mezcla en el grado, cantidad y calidad como para producir algo nuevo. -¿Cómo resumirías la génesis histórica de esa mezcla? -A mediados del siglo pasado predominaba la cultura gaucha, que ya no existe. Era una cultura absolutamente mestiza, más indígena que española. Fue muriendo (recordemos al Martín Fierro); vino la inmigración, una invasión inmigratoria. La mayor parte de los que vinieron no se quedaron; volvieron a sus países; pero antes de irse dejaron hijos que habían engendrado con las negras e indias. En ese ambiente se originó, no sólo el tango, sino también la segunda mestización. Pero la inmigración fue muy grande, y produjo desfasajes. Y como los inmigrantes se ubicaron en distintos lugares del país, se desconocieron entre ellos. Hasta que un día la gente de los puertos se encontró con que había "gente del interior", a los que llamaron "cabecitas negras". Eso también ya pasó. Hace muchos años que ya no viene inmigración europea. Más bien ha habido emigración. Los dos millones que emigraron de la Argentina en los últimos diez años son mayoritariamente descendientes de europeos. No vino más población europea, pero en cambio sí vino más población paraguaya, boliviana, chilena. Incluso considerando los datos sobre la comunidad judía, sabemos que hasta hace unos años se decía que había alrededor de 200.000 judíos; los últimos datos dicen que no pasan de los 100.000 y que tienden a diluirse con los no-judíos. Se está dando un proceso de enraizamiento fundamental para que una nación exista. Es el reconocimiento de raíces históricas, que no tienen nada que ver con las raíces biológicas de cada persona individual. Las raíces aquí son indígenas y los injertos son de innúmera procedencia. EL CENTRO DEL MUNDO -Creo que Arnold Toynbee decía en 1948 que América Latina sería el próximo centro civilizatorio de la Humanidad... -Pero has que tener en cuenta que él, como europeo que es, no acepta más que 24 civilizaciones en toda la Historia de la Humanidad. -Me refiero al siguiente razonamiento: la tendencia universal es que lo periférico siempre termina convirtiéndose en central, y que los periféricos actuales podremos ser los nuevos centros civilizatorios. Roma fue periferia de Grecia; Francia e Inglaterra lo fueron de Roma; Estados Unidos y Rusia lo fueron de Europa. ¿Es posible esperar algo así de América Latina? -Puede ser. Pero no lo desearía en un sentido tynbeeano. Porque su criterio civilizatorio se basa en el concepto de "ciudades". Para él, una civilización supone un gran conglomerado urbano, alta tecnología, urbanización, concentración del poder y tendencia al autoritarismo. Yo no quisiera eso. Si hay alguna variante, tendrá que ser en algún otro orden de cosas. Si, por ejemplo, nos quisiéramos enganchar en las tecnologías de punta en el mundo, no vamos a dejar de ser furgón de cola, pues llevamos atraso de decenios. No nos conviene sumarnos a eso. Tenemos que desarrollar cosas que algún día pueden llegar a ser "de punta", pero desde nuestra pobreza. Por ejemplo, para el desarrollo de lo humanístico, para lo cual parecemos muy aptos. Crear un humanismo nuevo. Podemos aportar mucho en eso, más que en un sentido de poderío, de potencia. Eso podría cambiar los polos de poder (me refiero al poder político, tecnológico, etc.), pero no traería ningún beneficio a nadie. -Entonces llegamos nuevamente a Kusch, que reivindicó las formas de conocimiento americano, en tanto conocimiento "contemplativo". -En buena parte sí. Que no seamos ni Oriente ni Occidente, sino netamente americanos, con una configuración específica. Nosotros no somos ni el "hacer" puro de Occidente, al que no le interesa ya lo metafísico, ni el "ser" puro de Oriente. Tenemos que ir haciéndonos siendo, o siendo haciendo... Esa sería la forma nuestra. No lo puramente activo ni lo puramente contemplativo, sino en una relación de enriquecimiento mutuo de ser en el hacer. -La última pregunta: ¿por qué preferís el término "sudamericano" a "latinoamericano"? -Manuel Ugarte hablaba de "iberoamericano". Pero eso excluye lo indígena y lo negro. "Latinoamericano" es una palabra inventada por los franceses en 1860, para diferenciarnos de los sajones de Norteamérica. Hasta ese entonces éramos "sudamericanos" o "indianos", conceptos que comprendías desde México hasta Tierra del Fuego. Personalmente, yo agradezco a aquellos europeos que dicen que "Río de Janeiro es la capital de Argentina", porque así nos identifican de la manera en que nosotros no somos capaces de hacerlo. Hoy los españoles nos llaman "sudacas", así como nosotros llamamos "gallegos" a los españoles, o "rusos" a los judíos. La palabra "latinoamericano" la captaron los ingleses, pues les convenía; era una forma de identificarnos desde ellos. Pero no somos latinoamericanos. ¿Dónde está lo indígena en "lo latino"? ¿Dónde está lo negro?. Se han acuñado otros términos, como "indoamericanos", pero este excluye a los blancos y negros. O "indoafroiberoamericanos", que es muy complicado y extenso, y que excluye, por ejemplo, a los descendientes de italianos. Por eso, el término unificante es el que proviene de la adscripción geográfica. O sea, "sudamericanos"... desde México hasta Tierra del Fuego. Incluso si leemos el texto completo de nuestro Himno Nacional... o la Declaración de Independencia de 1816, veremos que lo "sudamericano" tiene raíces históricas bien fundadas. Ahora bien, acepto que se haya impuesto el término "latinoamericano", no lo rechazo; pero personalmente prefiero seguir utilizando el otro. (de HUAICO, Suplemento 3, 1985, pp 2 y 6 y Cuaderno Bibliográfico del CEHYSO 1, 2002, pp 40 a 44)

INDIGENISMO ¿INTEGRACION O DIVORCIO? Por Carlos Benedetto

Nos ha pasado, a algunos de los colaboradores de HUAICO, que se nos ha señalado como "indigenistas" (con ese tono de voz que supone que la palabreja trae adentro una acusación, como si fuese cosa mala), como portadores de una "moda cultural" que surge después de la Guerra de las Malvinas y como mera reacción contra un imperio del que no teníamos noción que lo era, y esas cosas. Es necesario, entonces, reflexionar sobre esta cuestión. Es decir, se hace necesario seguir hablando, pero también pensar sobre lo que significa ese hablar. Algo así como cuando los lingüistas delimitan los mensajes y los metamensajes. O como afirman algunos orientalistas: caminar, pero al mismo tiempo darnos cuenta de que lo estamos haciendo y porqué. Entonces, ¿estamos haciendo indigenismo? Podríamos decir que sí. Pero en ese caso, ¿qué significa indigenismo? Por otra parte, ¿es una mera moda cultural? Allí diremos que no, en tanto sabemos que muchos contenidos de la conciencia quedan relegados en épocas represivas como la que pasamos (¿pasamos?); cuando se producen grietas en el aparataje del sistema, esos contenidos afloran. Y allí están los despistados que se preguntan "¿de dónde viene eso?", porque eran ellos los que estaban fuera de la verdadera historia, la que corría subterráneamente. Hacer "indigenismo" no es moda, es respetar la memoria de los que cayeron por ese indigenismo como causa de vida, y no permitir que sus banderas queden en el piso del olvido. Pero volvamos a la primera pregunta. ¿Qué cosa es indigenismo? No va a faltar quién diga (porque lo hemos escuchado) que es un delirio que consiste en un racismo al revés. He sido testigo personal de historias de personas que en abril de 1982 supieron que había que volver a preparar el aceite hirviendo para defendernos de los ingleses (juro que no miento ni exagero, lo escuché de veras); y he escuchado a otra gente igualmente despistada que cuando escucha "indigenismo" supone que los morochos de la realidad van a embarcar a los blancos rumbo a Europa y van a volver a quedarse los indios en América y los europeos en Europa, y esas sandeces. Son actitudes que suponen simplificaciones extremas del pensamiento, y que parten también de un reduccionismo a lo biológico en lo que a lo humano respecta. En el subconsciente de esta buena gente la cosa se resume así: "ser indio es tener contextura física morruda, pómulos salientes, ser lampiños y tez oscura; ergo, yo no soy indio porque tengo la piel blanca y apariencia de europeo". En un pensamiento así se está reduciendo al hombre a su cuerpo físico y dejando a un lado otros componentes: por ejemplo, la historia social del pueblo en que cada uno vive; eso forma parte de nuestra condición humana en tan gran medida como cada brazo o cada pierna. Cuando Magrassi dice que "todos somos indios", se refiere a esto: no importa el color de piel; importa que hemos nacido en las Indias, porque ese era el nombre que se le daba en Europa a estas tierras antes de llamarlas "América". Es el nombre que el colonizador daba al colonizado, y que hemos adoptado y punto. Ser "indio", entonces, no es pertenecer a una categoría biológica o físico-antropológica, sino a una categoría histórico-cultural. Eran indios los morochos que vieron desembarcar a los primeros blancos. Y fueron indios los españoles y portugueses que se quedaron y fueron despreciados por los que siguieron viviendo en Europa. Indio fue el gaucho que dió la sangre por la Independencia y que después fue masacrado por las hordas mitristas y sarmientistas de la segunda mitad del siglo pasado. Indios eran los negros africanos llevados por la fuerza al Brasil, a EEUU, Perú y Argentina y obligados a trabajar como mano de obra esclava. Indios eran los regimientos de esos mismos negros que formaron nuestros ejércitos que cruzaron los Andes con San Martín y que nunca volvieron. Indios fueron los inmigrantes tanos y gallegos, que se fueron de sus tierras para nunca volver, y que fundaron los primeros sindicatos, y que pelearon codo a codo con los morochos en la Patagonia Rebelde, en los quebrachales del Chaco, en las luchas de principios de siglo. El 17 de octubre de 1945 había en la calle (según cuentan los que lo vivieron) "cabecitas negras" y obreros de tez blanca. Juntos todos indios. Son, en cambio, europeos y yanquis (o europeizados y yanquizados) los que, habiendo nacido aquí, tienen su espíritu en otra parte. Y viven diciendo que los alemanes son una raza superior (aunque tengan apellido tano o gallego); y siguen alabando la tecnología japonesa, o la grandiosidad del "american way of life", o la aristocracia de los europeos. Son europeas las mujeres morochas de pómulos salientes que cuando vienen a vivir a la Capital se tiñen el pelo de rubio, para disimular su verdadero ser y tener más apariencia blanca. ¿Por dónde pasa entonces el meridiano de lo indio? Pasa, indudablemente, en el haber asumido a América (y por ende su condición de miembro del Tercer Mundo) como parte de nuestro propio ser. En la década del 30, Scalabrini Ortiz y Martinez Estrada señalaron en sus principales obras ("El hombre que está sólo y espera" y "Radiografía de la Pampa" respectivamente) que el espíritu de la tierra existe, y que tarde o temprano éste fagocita a todos, incluso a los europeos más puros. Pero uno, el primero, le decía para festejar que ese espíritu existiera; el otro lo decía para lamentarse. Uno era americano; el otro era europeo... aunque ambos llevaran apellido europeo. Se trata en definitiva, de asumir a América como el lugar dónde se nace, como el lugar donde se producen los alimentos que mantienen vivos nuestros cuerpos, y la cultura que mantiene vivos nuestros espíritus. Ser indigenistas, por lo tanto, no será defender los derechos de los "indios" puestos en tercera persona, sino dar un nombre a una lucha en la que están hermanados los tupac-amarus, las montoneras criollas, los obreros de la Patagonia y la Semana Trágica, la resistencia peronista, la generación de la década de 1970, el movimiento por los derechos humanos. Será en definitiva, un nombre más de una lucha más amplia. La historia de América como continente humano se inició hace 40.000 años en Bering, y sigue. Somos -blancos y morochos- continuación de esa historia. Allí en la historia, no en la pigmentación, está el secreto, están nuestras raíces. Y la historia de América ocurrió en América. El indigenismo es, en tanto americanismo, un sí a todo proceso de liberación americana. (De HUAICO 29, Nro. Especial, año 7, segunda época, octubre de 1986, pp.6 y 7, TOMO 6. (y) HUAICO Identidad y Reflexión, 2002, pp 61/63. CARLOS BENEDETTO: Museólogo, Espeleólogo, compañero de HUAICO desde hace muchos años, aportando en sus notas, reportajes y ensayos el pensamiento americano, el análisis crítico, desmenuzando la realidad, escribiendo para la reflexión.

RODOLFO KUSCH 1922-1979

RODOLFO KUSCH Y EL PENSAMIENTO AMERICANO. Por CARLOS BENEDETTO. Desde una óptica exclusivamente enciclopedista -aquella que consiste en concebir al saber como sumatoria indefinida de conocimientos- podemos preguntarnos que aportó Rodolfo Kusch al pensamiento americano. Es una buena pregunta, pero que lleva implícita una respuesta que desvirtuaría al propio Kusch y seguramente le haría decir que no fue comprendido. Los intelectuales puros -aquellos que se divierten jugando con ideas y combinaciones de ideas y luego con combinaciones de combinaciones, etc.- siguen, por lo general, el camino de ese enciclopedismo; aún aquellos que cuestionan al Enciclopedismo (con mayúsculas), caen en actitudes enciclopedistas al tomar a los Kuschs y Castanedas como "aportadores-de-a". Por eso, cuando nos preguntamos por el aporte del filósofo argentino al pensamiento americano, tenemos que, ante todo, cuestionar la pregunta misma. Porque si le otorgáramos validez estaríamos reduciendo su esfuerzo mental y espiritual a la condición de meras ideas que, elaboradas en escritorios, son volcadas al torrente del intelecto cultivado. Si, no obstante, insistimos en mantener la pregunta porque no nos han enseñado a preguntar de otra manera, no nos quedará más remedio que contestar la misma. Y la respuesta es que el principal aporte de Rodolfo Kusch al pensamiento americano fue el no haber aportado nada. Cuando Kusch reivindica un pensamiento popular silencioso, que se expresa en una negación, la negación de los valores establecidos por Occidente, no está aportando nada de sí, nada de su propia "creación", en los términos que solemos entender occidentalmente por "creación". Sólo se limita señalar que, si existe una negación, es porque quién niega está, en silencio, afirmando algo. Afirmándolo con la vida, no por el intelecto; pero afirmándolo. Cuando Kusch nos señala que hemos erigido, bajo nuestros pies, un escenario que opera como aquella muralla china que les permitía a los chinos vivir autoconvencidos de ser la "civilización" y calificar de "barbarie" a lo de afuera no nos está aportando nada, sino simplemente nos está indicando que el camino para descubrir América, la América Profunda que inspiró a sus mejores obras, es el camino de desaprender, de demoler ladrillo a ladrillo esa muralla, tabla a tabla ese escenario, aún con el miedo a cuestas de caer en el vacío, de caer en el "hedor" que atribuye a América sin avergonzarse por ello. Cuando Kusch nos informa que la barbarie es cuando menos "seductora", no nos está aportando nada "nuevo". Simplemente nos está diciendo que tal seducción indica un vacío en nuestra propia cosmovisión y un reconocimiento implícito de que la barbarie es "algo", no simplemente "negación de la civilización", y que por lo tanto nuestros referentes para crecer como pueblo no han de estar necesariamente en la "civilización" ya consagrada, sino en la civilización potencial, que es nuestra propia barbarie. No aporta nada "nuevo" cuando nos dice que sólo seremos a partir de lo que somos, no a partir de lo que nos dijeron que éramos. Es más, ni siquiera le da mucha importancia al "ser", porque en sus escritos nos dice permanentemente que el "ser" americano es, en realidad, un mero "estar". Nosotros, los que intelectualizamos las cosas, podríamos decir que "Kusch descubrió y racionalizó el carácter necesariamente no-antropocéntrico del pensamiento indígena y popular americano, se entregó a él y, desde él, anunció que una nueva (en realidad antigua) América era, es posible". Quizás así sea. Pero en definitiva, la novedad del aporte está, no en las ideas sino en las actitudes. Entonces, vamos al punto clave. Cuando los intelectuales puros discuten ideas, muy raramente se preguntan por el compromiso de vida que tales ideas les exigen. En esto separan vida e intelecto, en una suerte de platonismo encubierto. En esto Kusch critica incluso a los marxistas y freudianos, que para él traicionaron a Marx y Freud, o al menos lo distorsionaron. Porque si éstos hombres se preocuparon por resolver y superar esa dicotomía entre vida material y espíritu, sus seguidores convirtieron a sus "doctrinas" en componente de espíritu escindido de la vida material; cayeron en la trampa. Cuando los intelectuales puros definen a Kusch como pro-marxista (lo que le valió ser echado de su cátedra universitaria) o como anti-marxista, es que no han comprendido a Kusch, que no era un doctrinario, sino solamente (y nada menos) un buscador humilde. Un buscador que hurgaba no sólo con la mente, sino también, pero fundamentalmente, con el corazón. Porque -él decía- el pensar americano obedece a una doble vectorialidad, es un pensar mestizo hasta en eso. Adscribir ciegamente a alguna ideología, por más justos que fuesen sus postulados, era dar la espalda a la propia realidad material; era darse la espalda a sí mismo, era un acto de autotraición. Rodolfo Kusch no aportó ideas "nuevas" al torrente de ideas que cíclicamente perturban las mentes de los hombres. Pero sí aportó una actitud nueva. No le bastó describir ambos lados de la muralla; la traspasó. Y lo hizo en la seguridad de que del otro lado no había una mera "nada". Eso supone la primacía del corazón sobre la mente. Es decir, supone fe. El gran aporte de Kusch fue no haber hecho aportes de ideas, sino de una fe. La fe en que América es, está, existe, y lleva en sí un saber antiguo, y el germen de un futuro y una futura respuesta para la Humanidad. Fe en un pueblo silencioso pero que no está vacío, y del cual fue (casi nada) simple vocero de su -por ahora- silencio. Una fe que, como el pueblo no racionaliza ni mentaliza, él tampoco quiso mentalizar ni racionalizar; simplemente (casi nada) la respetó (que es otra cosa que los intelectuales puros nunca aprendieron ni aprenderán) y le manifestó su lealtad. Si la intelectualidad pura consiste en mirar al mundo desde pedestales mentales, el gran aporte de Kusch fue el de autoreivindicarse como mero instrumento (casi nada) de una América soterrada que aún tiene que definir su misión profética frente al mundo. (de HUAICO. Identidad y Reflexión, 2002, pp 77a79)

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