Entrevistamos en
exclusiva al economista chileno José Salvador Cárcamo. Es Magíster en Defensa
Nacional y Profesor regular de la Universidad de Buenos Aires y de la
Universidad Nacional de Moreno. En esta entrevista, caracteriza el patrón de
desarrollo argentino que se inicia en 2003 y analiza las diferencias con el modelo
chileno, recientemente puesto en discusión por las movilizaciones estudiantiles
y sociales del 2010. También analiza la crisis de Europa y los desafíos hacia
la profundización de la integración de América Latina.
¿Cómo caracterizaría el modelo de desarrollo argentino desde 2003 a la fecha?
El modelo de desarrollo argentino se puede caracterizar como neodesarrollista. En este sentido, es importante señalar que el crecimiento se sostiene con ahorro interno. Esta es una de las principales diferencias con respecto al modelo neoliberal que imperó desde 1976 hasta 2002, en donde el crecimiento se basaba en ahorro externo, condujo a una desindustrialización y fue un fracaso. Estos 8 años de crecimiento económico fueron de los más largos de la historia argentina, junto con el período de 7 años del primer Peronismo, desde 1945 hasta 1952, y el que se dio entre 1963 y 1974. Esto se puede ver reflejado en los superávit gemelos (superávit externo y superávit fiscal) y en que retoma viejas ideas del desarrollismo, donde se puede destacar el pensamiento de Marcelo Diamand, para el cual el problema argentino no era la escasez de ahorro sino la insuficiencia de divisas, que no es lo mismo. Este cuello de botella, estudiado por Prebisch y Diamand, requería que el proceso de industrialización pase a una tercera etapa de exportación de bienes industriales. Este es uno de los desafíos para los próximos años.
El modelo argentino siempre se muestra como el opuesto al chileno. ¿Cuáles son las diferencias más importantes?
El modelo que impera en Chile es uno neoliberal, en donde es el mercado el mecanismo de asignación de los recursos. Además, el mercado de trabajo está flexibilizado, el nivel de sindicalización es menor al 10% y hay persecución sindical. A modo de ejemplo, a muchos docentes se les hace un contrato que termina en enero y luego se renueva sin tener en cuenta la antigüedad, cosa que también ocurre acá, en algunas universidades privadas. Por otra parte, en los años ´90, el Estado chileno tenía un 90% del control sobre las exportaciones de cobre, hoy tiene sólo el 25%. El resto lo hacen grandes empresas multinacionales.
En relación a la Argentina, a partir de 2003 hay un Estado presente, que busca extender los derechos y mantener el nivel de demanda efectiva con una visión heterodoxa de la economía. Esta visión puede ser ilustrada en relación a la cuestión de la inflación. Mientras un ortodoxo la controlaría contrayendo la demanda y generando déficit, en Argentina se lo hace a partir del control de precios sobre los monopolios, que son los grandes formadores de precios.
¿Considera que la movilización chilena de 2011 es un punto de inflexión para la sociedad del país? ¿Hay una demanda efectiva de un modelo más inclusivo?
Considero que sí, que esto es lo que está ocurriendo. El proceso de movilización de los estudiantes se articuló con otras demandas, como el financiamiento. Se planteó que si Chile tiene cobre, puede financiar la educación con royalties, impuestos a las grandes mineras u otras medidas semejantes (como que el 10% de las ventas del cobre en lugar de quedar para las fuerzas armadas vaya a parar al sistema educativo). El problema es que el 75% de las exportaciones de cobre están en manos de grandes multinacionales y no tienen ningún gravamen. Eso debe cambiar para generar divisas.
Chile tiene un problema conocido como el Mal holandés, en donde se exporta un recurso con muy bajo costo -con costo marginal casi cero-, que produce una enorme renta ricardiana -renta de la tierra-, que lleva a sobrevaluar el tipo de cambio y provoca que ninguna otra actividad puede competir con ese sector rico en base a recursos naturales. En Chile, ninguna actividad económica puede competir con el cobre, cosa que también sucede en Arabia Saudita o Venezuela con el petróleo. En el caso chileno, eso llevó a sobrevaluar la moneda, haciendo muy poco competitiva cualquier otra actividad.
¿Cuáles son las principales características del proceso latinoamericano de los últimos años?
En los países de la región, y podemos tomar el caso argentino, ha habido una coyuntura externa favorable. Pero el crecimiento económico no se explica sólo por ese factor. Si bien la coyuntura externa les permitió a los países de América Latina sobrellevar el problema de la insuficiencia de divisas, no hay deficiencia en este momento de crisis internacional. A modo de ejemplo, Bolivia actualmente tiene 12 mil millones de dólares en reservas internacionales, es decir, un cuarto de las de Argentina, que son de 48 mil millones. Ese alto volumen de reservas permite que la región pueda enfrentar el sector externo y el mercado cambiario con cierta tranquilidad. A esto debe sumarse el hecho de que en casos como el argentino, en virtud de una política de desendeudamiento, el peso de la deuda externa no es tan significativo como antes. Estos, son indicadores macroeconómicos muy positivos y muestran que no sólo basta con una coyuntura externa favorable para crecer, sino que se necesitan políticas internas que fortalezcan el crecimiento y que permitan desarrollar economías competitivas en sectores más allá de aquellos en donde hay ventajas naturales. Eso ha hecho la Argentina con las retenciones a la soja, modificando su tipo de cambio real y permitiendo destinarle recursos al sector industrial.
Más allá de las coincidencias, ¿Cuáles son las diferencias al interior de los modelos de desarrollo latinoamericanos?
En América Latina el país central es Brasil que, junto con Argentina, equilibran la balanza y son indispensables para el proceso de integración, en caso contrario no sería tan efectivo. Considero que tener acceso al Pacífico y al Atlántico es estratégico y, desde ese punto de vista, Chile se está quedando atrás porque sus principales socios no deberían estar en Asia y Estados Unidos, sino que tendrían que ser los socios regionales. Chile debe buscar una mayor integración regional y esto se demuestra por el hecho de que, junto con México -limitado por el NAFTA-, es donde más se ha sentido la crisis económica internacional. Esto no ocurrió con Brasil y Argentina porque, en primer lugar, tienen un mercado interno importante. Además, en el caso argentino en particular, hoy en día sus principales socios comerciales son Brasil, el resto de los países del MERCOSUR y China. En cambio, con Estado Unidos existe una relación de competencia y los productos que Argentina exporta tienen barreras no-arancelarias para ingresar al mercado estadounidense. No depende de las grandes economías hoy en crisis.
¿Cuáles son los problemas a superar por parte de los países de MERCOSUR?
Considero que son varios los desafíos. En primer lugar hay que desarrollar el mercado regional. Cuando hay una crisis de las características de la que estamos viviendo, hay un mayor grado de proteccionismo. Entonces, aprovechando los excedentes que tienen los países de América Latina, hay que intensificar el proceso de integración. Esto significa, principalmente, la construcción de grandes obras de infraestructura que permitan lograr ese objetivo. A modo de ejemplo: en los años ´50 se podía llegar en tren desde Buenos Aires a Santiago de Chile o a Valparaíso, el principal puerto chileno. Hoy en día el entramado ferroviario está desarticulado y es un desafío volver a contar con una integración ferroviaria. Incluso Europa no se puede entender sin su sistema de trenes, que le ha permitido un mayor comercio regional y la comunicación de personas.
Un segundo aspecto tiene que ver con el tema energético. América Latina cuenta con todos los recursos: tiene petróleo, agua, represas hidroeléctricas, etc. Por eso tiene que fortalecer esa obra de infraestructura, incluso la energía eólica. Argentina, por ejemplo, también cuenta con un desarrollo importante en materia de energía nuclear. Otro punto importante tiene que ver con el tema de la producción minera. Si Chile es rico en cobre, la Argentina también tiene que tener. Es fundamental la incorporación de nuevas tecnologías para desarrollar esta área de manera de que la producción sea sustentable.
Por otra parte, América Latina también tiene que trabajar mancomunadamente con respecto al tema de defensa. Lo que ocurre con barcos ingleses con bandera de Malvinas es muy interesante, hay que aplaudir la decisión de Brasil, Uruguay y Chile de no dejar que usen puertos de esos países los barcos con bandera inglesa, ratificando que las Malvinas son argentinas. Entonces, hay que fortalecer el tema de la defensa regional y, en este sentido, la defensa de nuestros recursos naturales es clave. Por eso la ley de tierras es tan importante, la Patagonia no puede ser de los Benetton, los Soros o los Turner.
Por último, se debe continuar profundizando la integración política. Es importante trabajar en relación al marco institucional (como el Parlamento del MERCOSUR) y buscar simetrías entre las políticas de los países de nuestro continente. Con esto último me refiero, por ejemplo a la cuestión migratoria. Argentina tiene una ley de avanzada, pero también es necesario que haya una correspondencia por parte del resto de los países. Tiene que haber reciprocidad, debemos lograr que este tipo de avances puedan materializarse a nivel regional. Otro ejemplo podemos encontrarlo en materia de educación. ¿Por qué los estudiantes chilenos plantean educación pública gratuita y de calidad? Porque ven que eso ocurre del otro lado de la cordillera. Por eso América Latina debe buscar simetrías progresistas. ¿Qué quiere decir esto? Que la reciprocidad se debe dar a favor de los latinoamericanos. Me refiero a que los argentinos no están pidiendo la privatización de su educación, sino que todo lo contrario, los chilenos quieren copiar el sistema educativo inclusivo de Argentina. Para los neoliberales chilenos es un problema que la educación y la salud en Argentina sean gratuitas. Lo mismo ocurre ahora con la Asignación Universal por Hijo, pero este tipo de medidas, lejos de ser un problema, tienen que ser copiadas por el resto de los países. Durante los últimos 8 años de gobierno kirchnerista, la Argentina ha logrado una extensión de derechos que produce que muchos países empiecen a pedir exactamente lo mismo.
En este contexto, ¿qué rol considera que van a asumir los países de industrialización tardía o potencias emergentes como China e India?
Considero que esta respuesta requiere analizar los procesos de largo plazo. El eje del desarrollo desde la segunda postguerra se fue hacia el Asia pacífico, esa fue la tendencia. Anteriormente hubo una tendencia anglosajona desde la segunda mitad del siglo XVIII hasta la segunda guerra mundial. Quien lideró el proceso de crecimiento económico de la segunda posguerra del ´45 al ´73 fue Japón. Luego tomaron la posta los países del sudeste asiático y después China. En el marco de ese cambio en el eje de desarrollo, estos países también han vivido crisis, como ocurrió durante los ´90. Esto tiene que ver con que estos países abrieron sus economías al capital financiero. Este es el gran problema del sistema económico mundial, por eso es vital que se establezcan restricciones a los movimientos de capital. ¿Por qué la crisis de 1997 no afectó a China? Porque en ese momento tenía un control de capitales. Por eso considero que, en la medida que se alejen de las políticas que recomiendan el FMI y el Banco Mundial, estos países seguirán jugando un rol de liderazgo en relación al desarrollo.
¿Qué opina de la crisis europea y de las soluciones que proponen los líderes?
Algunos analistas dicen que Europa va a vivir una situación semejante a la que vivió Japón desde la década del ´90 noventa hasta la actualidad de crecimiento casi nulo y de estancamiento. Eso puede ocurrir pero, en la medida que se apliquen las políticas de ajuste económico, reducción del déficit fiscal y contracción de la demanda, se va a llegar a un punto de estancamiento muy importante. Además, el caso europeo se diferencia de lo que ocurrió con Japón porque a su interior existen múltiples realidades, no es lo mismo la productividad alemana que la griega, por ejemplo. Ante este escenario, considero que la forma de resolver la crisis sería que los países más ricos hagan el mayor esfuerzo. El caso argentino muestra como, luego de su peor crisis, la economía creció en base a mejorar la distribución del ingreso y reducir la desigualdad. En cambio, los líderes europeos continúan promoviendo políticas de ajuste y reducción de los déficits fiscales. Si bien los ajustes siempre lo sufren los sectores de menores recursos, debería ser al revés. En este contexto, reducir los déficits en Grecia, Portugal, España, es acentuar la recesión. El menor gasto público -y/o mayores impuestos- contrae la demanda efectiva y el producto. Por eso, en realidad de lo que se trata es que los recursos que se encuentran en Alemania, en particular, pero también en Francia, activen la economía. Ellos son los que tienen que liderar la zona del Euro. También se puede tomar el ejemplo del caso argentino: siendo un estado federal, en virtud de la coparticipación, provincias deficitarias como Catamarca o Formosa son beneficiadas por los mayores aportes de las provincias más ricas. Lo mismo ocurre con respecto al MERCOSUR, de Brasil y Argentina -en menor medida- dependen la viabilidad del proceso de integración regional, el cuál es sinérgico en nuestras economías por su alto grado de complementariedad, recursos naturales e historia.
Retomando la cuestión de la crisis de Europa, el Banco Central Europeo debería jugar un rol central, pero hasta ahora no quiere entregar los recursos o lo hace como lo hizo el FMI con Argentina, lo condiciona a metas fiscales que sabemos en qué terminan. Entonces, a modo de síntesis, el tema de Europa pasa por dos puntos: primero, que Alemania juegue un rol más activo y solidario. En segundo lugar, se debe seguir el ejemplo argentino en relación a licuar las deudas de países como Grecia. Estos son los dos puntos centrales. La única solución para que se mantenga la integración regional pasa porque las economías más fuertes puedan sostener una política contracíclica y que los que tienen más recursos apuntalen a las economías más deficitarias.
¿Cuáles son los principales desafíos de Argentina para un desarrollo sostenido con inclusión?
Hay dos desafíos que incluso pueden ser pensados para América Latina en su conjunto: en primer lugar, no puede regir en el país una Ley de Entidades Financieras de 1977. Hay que hacer lo mismo que con la Ley de Medios -otra ley de la dictadura que rigió hasta hace poco. No podemos tener una ley elaborada por de Martínez de Hoz justamente en ese sector, que es donde se manifiesta la crisis. Este es uno de los puntos más importantes a abordar para profundizar el modelo. El segundo punto tiene que ver con el tema de los recursos naturales. En Argentina falta una Ley Minera. Considero que no hay que ser fundamentalista en lo que respecta a la explotación minera, pero no es razonable que una multinacional se lleve una montaña porque el proceso de separación del oro, litio, cadmio o plomo lo hacen en su país de origen, dejando una regalía del 5%. Argentina no era un país minero y, por este motivo, falta una empresa estatal seria que reasocie con otras empresas en el sector minero y energético. Si existe una empresa del Estado controlada por los contribuyentes, va a tener en cuenta las cuestiones ambientales, porque uno no puede pedirle eso a una multinacional. Relacionado con este tema, se suma el problema del aguay, que también debe ser tenido en cuenta. Debemos lograr una minería sustentable, y eso no se logra con multinacionales mineras, sino con medianas y pequeñas empresas mineras donde el Estado deberá jugar un rol central y asociarse. En Bolivia o Chile el tema no es central porque han sido países mineros toda la vida, pero la minería a cielo abierto es altamente nociva para la población y el medioambiente, dados los niveles de agua que demanda.
Por último, es necesaria la comunicación entre los países y, para ello, el desarrollo ferroviario es trascendental. Decíamos que Europa no se entiende sin sus trenes y, en este sentido, América Latina, por su extensión, con mayor razón debe trabajar al respecto. Los ferrocarriles son ambientalmente mejores, y hay que terminar con el lobby petrolero y camionero. Para lograrlo, debemos hacerlos partícipes en el proceso de modernización, transformándolas en empresas mixtas, con capital accionario. De ese modo generaríamos economías de escala muy valiosas.
Cabe destacar que la cuestión ir hacia una reforma tributaria progresiva es muy importante, pero considero que esto se dará de manera sinérgica. Si avanzamos con las leyes de entidades financieras y de minería, se generaran nuevas pautas de contribución y una cosa llevará a la otra.
(revista electrónica Iniciativa)
la huella ecológica
Esta semana comienza la Cumbre Río+20, que
debatirá la promoción de la economía verde y el marco institucional para el
desarrollo sustentable. Existen posiciones divergentes entre las potencias
económicas y los países emergentes.
–Significa
que se requerirían 18 meses para generar los recursos que la especie humana
demanda y asimilar los residuos. Ahora bien, los países centrales, que
representan el 12 por ciento de la población mundial, son responsables del 70
por ciento de la emisión del dióxido de carbono (la huella de carbono ocupa más
del 50 por ciento de la huella ecológica). Esto implica que los países
centrales se apropiaron de derechos de propiedad sobre el medio ambiente.
Actualmente, se está discutiendo cómo disminuir las emisiones de dióxido de
carbono, que son un 40 por ciento superior a los niveles preindustriales.
¿Cómo es posible concretar esta reducción en
los distintos países considerando la presión ecológica ejercida por los países
centrales sobre el resto?
–Este cálculo
significa que todos los países reduzcan un 5 por ciento de las emisiones de
dióxido de carbono, pero una reducción del 5 por ciento para Nigeria no es lo
mismo que para Estados Unidos. Para los países más pobres, esa reducción
significaría dejar de respirar. En cambio, para los Estados Unidos supondría
usar sus automóviles un 5 por ciento menos.
¿Qué significaría para países como Argentina,
Brasil o Chile reducir un 5 por ciento de sus emisiones de dióxido de carbono?
–Nuestros
niveles de producción y de consumo son menores, pero nosotros exportamos muchos
de esos productos a los países desarrollados. El espacio físico de Argentina y
Brasil es muy superior a lo que representan sus huellas ecológicas, y podrían
tener una población diez veces superior a la actual. En cambio, Japón tiene una
demanda de recursos naturales y emisiones contaminantes quince veces superior a
su espacio físico. En definitiva, podrían desaparecer todos los pobres del
mundo sin provocar ningún efecto sobre el medio ambiente; no son ellos los
responsables de su degradación, porque tienen una huella ecológica muy baja. El
fuerte desarrollo económico del capitalismo supuso la infravaloración de la
energía fósil (carbón, gas y petróleo), que no son recursos renovables.
Teniendo en cuenta esa matriz energética,
¿qué cambios serían necesarios para tender a un intercambio menos desigual
entre países del Norte y Sur?
–Algunos
teóricos de la bioeconomía proponen el decrecimiento de la economía. Pero los
que tienen que decrecer son los países desarrollados, porque sus actuales
patrones de consumo y producción no son sustentables. Si todo el mundo copiara
los patrones de consumo y producción de los Estados Unidos, este planeta
estallaría.
¿Cómo debería darse ese decrecimiento?
–Hay que
realizar una redistribución global de los recursos. La industria más rentable
en el mundo es el complejo militar industrial, vinculada directamente con la
industria del petróleo. La industria de la guerra tiene un alto nivel de
entropía: destruye la vida pero además genera una gran degradación de nuestro
planeta. Esos recursos canalizados hacia la industria militar deben ir hacia actividades
que generen mayor calidad de vida de la población.
¿Qué implicancias tiene ese decrecimiento en
medio de la crisis económica mundial?
–Lo dice bien
la propuesta de los indignados: “Somos el 99 por ciento pero tenemos el 1 por
ciento de la riqueza”. Hay que ver cómo se distribuyen los recursos, tenemos
que basarnos en una sociedad ahorrativa y solidaria. Para eso, hay que avanzar
hacia formas alternativas de recursos energéticos: la biomasa, la energía
eólica, la energía solar. Es necesaria una revolución cultural.
¿Qué nivel de inversión requeriría llevar
adelante el cambio que se propone en la matriz energética?
–Sería
equivalente a una vez y media el PBI planetario. Se diría que es imposible,
pero planificándolo a largo plazo implicaría destinar el 1 por ciento del PBI
planetario a financiar el desarrollo de esa nueva matriz energética.
¿Cuáles son los obstáculos para implementar
estos cambios?
–Es una
cuestión de voluntad política. Hay un culto a la escasez por parte de los
economistas: en la medida en que un recurso sea escaso será mayor la renta. A
lo que se quiere apuntar es a la privatización de la vida. Actualmente estamos
en una cuarta revolución que tiene que ver con las células madre, el genoma
humano, con tener el control del proceso de fotosíntesis, por eso el tema de la
privatización de las semillas. Tener control sobre la semilla es tener control
sobre la vida.
(Página12, CASH, Desarrollo económico sustentable y recursos naturales. 17.6.12. Por Natalia Aruguete)
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